Elena nos cuenta:

10 de Diciembre del 2012

Recibimos la mejor noticia de nuestras vidas y aunque lo queríamos, nos costaba creerlo: estábamos embarazados por primera vez. Mi esposo tuvo que viajar mes y medio y durante su ausencia, me dieron la peor de las noticias, nuestro embarazo no avanzaría… Recuerdo las palabras de uno de los tantos médicos a los que vi: ¡Nosotros no dramatizamos en esto! Es un huevo muerto retenido. ¿Huevo muerto retenido? No! Era mi bebé. Mi esposo regresó de viaje y rápidamente el 26 de enero del 2013, me practican un legrado. Adiós embarazo, adiós ilusiones, adiós bebé.

18 de Octubre del 2013

Nuevamente recibimos la tan ansiada noticia de un nuevo embarazo y estábamos llenos de alegría pero a la vez de miedo, muchos sentimientos encontrados pero ¿era posible volver a vivir una trágica pérdida?. No, no cabía en nuestras mentes, vivimos poco a poco las emociones y etapas del nuevo embarazo, una a la vez… Lo vimos, ya era una prueba superada, escuchamos su corazón, segunda prueba superada… sus primeros movimientos, no cabía la felicidad en nosotros.

Enero 2014

Nos tocaba consulta y sabríamos si tendríamos a nuestro príncipe o princesa; pero en lugar de esa noticia nos informaron que nuestro bebé no tenía esperanzas de vida. Le diagnosticaron trisomía 21, ascitis fetal, higromas por todo su cuerpecito, riñones sin cumplir su función y oligoamnios severo (poco líquido amniótico)… se nos vino el mundo encima. Intentamos por todos los medios buscar respuestas, esperanzas, otros diagnósticos, pero nada evitó el desenlace. El 05 de febrero de 2014 di a luz sin vida a mi príncipe Ignacio.

Dos embarazos truncados, pero un corazón de madre que late a mil por hora por mi estrellita y mi hijo a pesar de la distancia física. Me sentí perdida, molesta, defraudada, cuestioné mi fe, viví y sigo viviendo un duelo por mi bebé, pero desde el amor. Me enteré que como yo, hay cantidades inimaginables de parejas que pasan por esto y en la mayoría de los casos no encuentran apoyo, bien sea por desconocimiento, por miedo, incluso por vergüenza de alzar la voz y romper el silencio que ha mantenido la sociedad, convirtiendo estos casos tan comunes en un gran tema tabú, con las parejas que lo hemos vivido de alguna u otra manera hemos contribuido.

Hoy por hoy primero me reconozco a mi misma como madre, y luego exijo a la sociedad que también lo haga. Vivo una maternidad diferente, honrando la vida, corta pero valiosa de mi bebé. Su muerte dio un vuelco radical a mi vida, y por ello trato de crear conciencia con respecto a estos casos y darle la importancia debida, ayudando a las madres a encontrar la paz escondida detrás del torbellino de nubes negras que trae consigo la pérdida de un hijo.

Por eso a ti madre, que tienes un corazón compartido entre cielo y tierra, quiero decirte que es normal y necesario que vivas el duelo por tu bebé, que honres su memoria a partir del sentimiento de amor, que busques ayuda si sientes que la necesitas, porque no es un proceso fácil llegar a la sanación de tu alma y tu corazón, a veces necesitamos orientación para lograrla.

Esta vivencia indudablemente deja una marca para siempre pero hay una luz al final del túnel, un arcoíris después de la tormenta, no cuestionarnos por qué paso, sino el para qué… Esa respuesta llega a nuestras vidas en el momento preciso, mientras no hay que perder la fe y luchar por nuestros sueños: Hay esperanzas.

Y no olvides nunca que eres MADRE: «Una madre no se define por el número de hijos que puedas ver, pero si por el amor que ella sostiene en su corazón.»  Franchesca Cox

Fuente de contenido e imagen: Elena León

Te invito a visitar el hermoso blog de Elena, donde aporta esperanza, fortaleza y apoyo a las mamás que viven el duelo de la pérdida de su bebé: Ignacio, Siempre en el Corazón, además puedes seguirle por las redes sociales, en twitter: @mimundomaterno, instagram: @mimundomaterno y facebook: Mi Mundo Materno